A lo largo de la
historia el fracaso escolar ha sido un tema muy investigado y tratado por
diversos autores y revistas científicas. Con el fracaso escolar, también se han
relacionado otros temas como, por ejemplo, las dimensiones que afectan al
rendimiento escolar. Precisamente en esto último, es en lo que voy a centrarme.
Antes de comenzar,
quiero justificar la selección de las fuentes que he utilizado y que están nombradas
al final en la bibliografía.
Las teorías de la
reproducción y los clásicos estudios de Coleman
et al. (1966) sobre la igualdad de
oportunidades en la educación han sido relevantes en el mundo educativo. Con un
fuerte impacto justificado por sus múltiples citas bibliográficas, y comprobado
en su aparición en la bibliografía de las dos principales lecturas necesarias
(o, al menos, recomendables) para comprender mejor la presente reflexión.
Según DICE (Disfusión
y Calidad Editorial de las Revistas de Humanidades y CCSS y Jurídicas), la revista
Psicothema (también tiene una edición
electrónica) posee, con un 36, una alta valoración de su difusión
internacional. La internacionalidad de sus contribuciones es de un 30’67 % lo
que entra dentro de la categoría media y a tan solo un 1’5 % de la categoría
alta. Cat Carhus la clasifica dentro de su grupo B (grupo medio) y, además, está
revista está disponible en numerosas bases de datos como Scopus, SSCI, ISOC…
Por su parte, Javier
Gil Flores es catedrático de la Universidad de Sevilla (España) donde trabaja
en el departamento de Métodos de Investigación y diagnóstico en Educación.
También tenemos a Álvaro
Marchesi que fue catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación en la
Universidad Complutense de Madrid (España), fue profesor de las Universidades
Autónoma de Madrid, La Laguna y Salamanca, y, también, fue Director General y Secretario de Estado de
Educación de 1986 a 1996, siendo el arquitecto de la LOGSE (Ley Orgánica
General del Sistema Educativo) aprobada en 1990.
La Ley Orgánica de la
Educación (LOE) tiene unos principios básicos entre los que se encuentra la
exigencia de proporcionar una educación de calidad a todo el mundo, primando
siempre la igualdad de oportunidades para que todas las personas puedan
desarrollar sus conocimientos lo máximo posible. Sin embargo, este principio se
ve dificultado debido a las características del contexto familiar de cada
alumno que impiden el logro de esa igualdad.
Tras numerosas
investigaciones generalmente usando variables simples, se ha averiguado que: “Las diferencias de rendimiento en función de
este factor (nivel socioeconómico), llegan a ser de unos 80 puntos entre
quienes provienen de un contexto con bajo o alto nivel socioeconómico” (Gil
Flores, 2013).
El factor socioeconómico
está íntimamente relacionado con el rendimiento, pero esto no quiere decir que
un alumno con un bajo estatus socioeconómico tenga siempre un rendimiento
escolar bajo, ya que es necesario resaltar que “el adecuado desarrollo de los jóvenes requiere de un capital económico
y también de un capital humano” (Coleman, 1988).
Unido al nivel
socioeconómico de las familias se encuentran los estilos de vida. Éstos abarcan
aspectos funcionales de la familia, las relaciones entre sus miembros, las
actividades que realizan o las actitudes, lo que forman el conocido como “capital social”.
Respecto al nivel
sociocultural, podemos contemplar que no solo afecta a los alumnos, sino que
también el funcionamiento y la organización de la escuela, y las relaciones de
los profesores con las familias y los alumnos, se ven afectadas.
A esto, Marchesi (2003) le añade la afirmación de que:
“Un
capital cultural enriquecido puede tener escasa incidencia en el progreso
educativo de los hijos. Por el contrario, los padres con escaso capital escolar
pueden tener una mayor influencia por el tipo de relaciones que mantienen con
sus hijos, lo que les ayuda a alcanzar una buena escolaridad”.
“Un número reducido de variables contribuye a
la simplicidad y aplicabilidad del índice que se construye a partir de ellas”
(Eisminger et ál., 2000).
Esta afirmación no
podemos confirmarla puesto que cuantas más variables se trabajen, mayor será la
propiedad con la que podremos hablar y mayor será la fiabilidad de las
conclusiones que obtengamos. Lo que está claro es que cuantas más variables se
quieran tratar, mucho más difícil y costoso va a ser el trabajo.
Sin embargo, la
esencia está en saber cómo trabajar las variables con el fin de hacerlas lo más
relevantes posibles. Un ejemplo de ello
son las preguntas que se hacen en los cuestionarios para trabajar las variables;
éstas no son siempre destinadas a los alumnos, sino que también hay preguntas
para los familiares.
Esto se debe a que la
validez de los datos que proporcionan los niños está condicionada por la edad
que éstos tengan, “cuanto menor es la
edad de los escolares, menos se ajustan a la realidad las informaciones que
aportan sobre las características de sus familias”. (Looker, 1989).
Pero centrarnos solo
en las soluciones de los familiares también trae problemas. Está claro que hay
datos, información, que es difícil que los alumnos y alumnas conozcan, pero hay
que tener en cuenta que muchos familiares no revelan información sobre algunos
temas, como por ejemplo los ingresos económicos.
Para conocer los
aspectos socio-familiares más importantes que influyen en el rendimiento
escolar, lo primero que hay que tener son unos indicadores del rendimiento
escolar de los niños. Para ello se tienen en cuenta tres competencias básicas:
competencia matemática, competencia lingüística y competencia científica.
Una vez que poseemos
esa información, ya podemos focalizar nuestra atención en los aspectos socio-familiares
más importantes que influyen en el rendimiento escolar de los alumnos.
Índice socioeconómico y cultural (IESC) como factor que influye
en el rendimiento de los niños y niñas.
- + Nivel
educativo de los padres
- + Nivel
ocupacional de los padres
- + Ingresos
de los padres
- + Recibimiento
de becas.
- + Frecuencia
de viajes
- + Valor
del hogar, coches…
- + Recursos
domésticos / equipamiento del hogar:
o
Lugar
adecuado para el estudio
o
Número
de libros en el hogar
o
Disposición
de: ordenador/es, conexión a Internet,
televisión/es, materiales de consulta y apoyo,…
Dentro de los
aspectos que se quieren conocer hay algunos que lo único que nos indican es el
nivel económico promedio que tienen las familias (valor de la casa o los coches
que se tienen). Sin embargo, lo que realmente nos interesa conocer son los elementos
relevantes en la realización de tareas escolares (número de libros, conexión a
Internet…)
Además de estos aspectos más centrados en las familias, también quiero destacar que el rendimiento escolar se ve afectado por otro tipo de variables:
- + Sistema educativo
o
Gasto
público
o
Formación
e incentivación de los profesores
o
Tiempo
de enseñanza
o
Flexibilidad
del currículo
- + Centro Docente
o
Cultura
o
Participación
o
Autonomía
o
Redes
de cooperación
- + Aula
o
Estilo
de enseñanza
o
Gestión
del aula y sus recursos
- + Y
por supuesto no hay que olvidarse del propio
alumno, su disposición, su interés, su capacidad, su participación, su
esfuerzo… A primera vista, puede parecernos que las características de los
alumnos no son una dimensión a tratar dentro de los aspectos socio-familiares
más importantes que afectan al rendimiento escolar, sin embargo, no podemos
olvidar que el propio alumno en sí, se ve en gran medida condicionado por su entorno
social, su vida familiar y su experiencia educativa.
Marchesi (2003)
afirma que:
“La influencia del contexto sociocultural en
la educación obligatoria es especialmente importante en los alumnos que están situados
en el contexto bajo. En el resto de los contextos, en los que pueden situarse
el 75% de los alumnos, las diferencias son mucho más reducidas. En ellos, el
interés de las familias y su dedicación junto con la acción escolar reduce el
impacto de las diferencias económicas y culturales que de hecho existen”.
Y antes de terminar,
quiero destacar especialmente estas citas porque merecen una breve reflexión:
Gil Flores (2010)
avisa de que:
“La
detección de situaciones de desventaja es el primer paso para intentar paliar
desde la escuela los efectos negativos que la situación socioeconómica tiene en
el rendimiento escolar y contribuir de ese modo a suavizar los obstáculos a una
igualdad de oportunidades real en nuestro sistema educativo”.
“Avanzar
hacia una distribución equitativa de las oportunidades educativas entre los
alumnos nos llevará a incrementar el grado de aprovechamiento del potencial de
todos los estudiantes, evitando la pérdida de capital humano en nuestras
sociedades, y a lograr un sistema educativo más justo”.
Estoy totalmente de
acuerdo con lo que Javier Gil Flores dice, pero a esto Álvaro Marchesi también añade
algo que merece un análisis.
Después de todo lo que hemos visto,
queda claro que hay numerosos aspectos y variables que afectan al rendimiento
escolar, pero conocer esto puede ir acompañado de una equivocación (que no
puede cometerse) dentro de los responsables de la educación y los equipos docentes:
“Existe el riesgo de que los responsables de la educación
y los equipos docentes evadan su responsabilidad buscando las causas del
fracaso en factores externos a la educación: la sociedad, la familia o la disposición
del alumno”
(Marchesi Ullastres, 2003).
BiBLIOGRAFÍA
- - Coleman, J. S. (1988). Social Capital in the Creation of Human Capital. American Journal of
Sociology, 94,
95-120.
- - Coleman, J.S. et
al. (1966), Equality
of educational opportunity. Washington D.C. US: Government Printing Office.
- - Ensminger, M. E., Forrest, Ch. B., Riley, A. W., Kang, M., Green, B. F.,
Starfield, B. y Ryan, S. (2000). The Validity of Measures of socIoeconomic
Status of Adolescents. Journal of Adolescent Research, 15 (3), 392-419.
- - Gil
Flores, J. (2013). Medición del nivel socioeconómico familiar en el alumnado de
Educación Primaria. Revista de Educación,
(362), 298-322.
- - Looker, E. D. (1989).
Accuracy of Proxy Reports of Parental Status Characteristics. Sociology of
Education, 62,
257-276.
- - Marchesi
Ullastres, A. (2003). El fracaso escolar
en España. Fundación Alternativas: Madrid.
- - Risso
Migues, A., Peralbo Uzquiano, M. y Barca Lozano, A. (2010). Cambios en las
variables predictoras del rendimiento escolar en Educación Secundaria. Psicothema, 22(4), 790-796.
No hay comentarios:
Publicar un comentario